Probablemente, la llegada a la universidad es una de las idealizaciones más comunes de la adolescencia. Ahora que estoy aquí, acostumbrándome a la nueva vida de estudiante, comprendo que, en cuanto a temores y esperanzas sobre esta etapa, los había engrandecido. Lo que parecía que iba a ser malo no es tan malo y lo que parecía que iba a ser bueno no es tan bueno. Es pronto para decirlo, pero la primera impresión impera.
Estoy feliz de comenzar esta nueva etapa de mi vida y me siento acompañado por Rocío, por mi familia y por mis amigos. Me siento acompañado por Dios.
Comienza una época de batalla exterior e interior. Exterior en lo que a rozar la ubicuidad para llegar a tiempo a todos sitios se refiere. La lucha exterior es contra la desorganización, contra la suciedad en la casa, en defensa de nuestros derechos como estudiantes e inquilinos. La lucha interior es contra la vagueza, contra el conformismo, contra el desaliento y el cansancio. Contra cualquier incapacidad. Es hacer lo mejor, no lo más fácil.
La casa está bien. La facultad está bien. Los compañeros de piso son amigos. ¿De qué me puedo quejar?
A estudiar con fuerza. A vivir con plenitud.
P.D. Os echo de menos, me acuerdo mucho de vosotros. Pero sé que estáis bien y con eso me basta. :)